22.10.07

Agosto - Rubem Fonseca

Una tarjeta de subte en el interior de este libro marcaba, además de la página donde fue abandonado, la fecha en que lo hice. Diciembre de 2004. Es decir, que lo recomencé casi tres años después. Recuerdo, incluso, haberlo intentado otras veces antes, pero sin éxito. Y me preguntaba qué mierda pasaba. Si los cuentos de Fonseca me fascinan, por qué no podía enganchar con la novela.
Pero enganché. Y cómo. No me explico qué me ocurrió en las ocasiones anteriores. Me pareció una novela superior, y el personaje del comisario Mattos es impresionante, prácticamente de lo mejor de la literatura latinoamericana. La política y la crítica social, el amor y los asesinos a sueldo.
Mattos es un policía honesto y gusta de la ópera. Asiste a una función en la que ve cómo los espectadores se duermen en sus palcos: "Ir a la ópera, a los conciertos, a los museos, fingir que leían a los clásicos, todo hacía parte de la gran escenificación hipócrita de los ricos, cuyo objetivo era mostrar que ellos pertenecían a una clase especial de personas superiores que, al contrario del pueblo ignorante, sabía ver, oír y comer con elegancia y sensibilidad, lo que justificaría la posesión del dinero y el disfrute de todos los privilegios". Tomá mate.

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